viernes, 12 de diciembre de 2008

Mates

Estoy en clase de mates, con el zumbido del profesor repitiendo una y otra vez lo que mis compañeros no logran entender. Mi estómago ruge y mis uñas están destrozadas. Lo peor, aún queda otra clase más para el descanso del mediodía.
Todo va absolutamente lento. Ya he acabado el ejercicio cuando todavía estamos en la introducción del mismo. En realidad entiendo la lentitud, pues depende del tema lo agradezco, pero no la puedo soportar. Siento que estoy perdiendo el tiempo, contestando las preguntas de mis compañeros (ésa es otra: parezco una enciclopedia andante, me preguntan en todas las asignaturas).
Obviamente he tenido mis problemas en la asignatura con el profesor: cree que paso de la materia, y en cierto modo es así. No hago los deberes (casi) nunca. Me da muchísima pereza hacer algo tan repetitivo en tantísimos ejercicios. Y mis comentarios sarcásticos no ayudan para nada.
Mis tripas vuelven a sonar, miro el reloj y todavía faltan 20 minutos. Puf. Y después latín.
Qué largo se me hace el viernes.

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