domingo, 14 de diciembre de 2008

Autoreflexión

Hoy he tenido una conversación muy interesante con un amigo. Hemos estado hablando de que estoy rara, tengo unos cambios horribles de humor, y demás cosas que el nota diferentes en mi, en la chica que él cree que conoce. Entonces le he pedido que me defina en una frase, o que me dijera algunas palabras que sean características de mi persona.

Amable, buena persona y bastante alocada. La segunda idea ha quedado grabada en mi mente durante un segundo, fugaz como una estrella. No soy buena persona.

Soy bastante complicada a la par que sencilla. Mis ideas, maneras de comportarme, pensamientos y todo lo que tiene que ver con migo se sustenta debajo de tres grandes pilares. El primero, el de la independencia. El segundo, el tener una vida social, relacionarme y no verme nunca sola (también incluye mi clase social). Y el tercero, y el más importante: mi necesidad imperiosa de llamar la atención: ya sea gustándole a los chicos (motivo por el cuál necesito ir llamativa para que me miren y me digan cosas), llorando, quejándome en medio de clase, reivindicando...

Y el tema que quería abordar. Me encanta jugar. Pero jugar con los sentimientos y necesidades de la gente, y desgraciadamente, con la que me rodea. Tengo la necesidad de coquetear constantemente con alguien, sentirme deseada de algún modo, para después rechazar. Me resulta muy divertido. Y soy consciente de que es cruel. Por eso, no soy buena persona.
Como diría un amigo, es mi droga.

Igualmente me abruma la concepción que tiene la gente de mi. Que estoy dispuesta a ayudar siempre, que soy generosa, se puede hablar conmigo... No, No, y No. Ayudo a la gente porque es un modo de entretenerme, igual que podría estar jugando a la Play. No soy generosa, lo hago para mantener mi estatus social, no porque realmente me guste y después me siente bien. Y no soy capaz de escuchar los problemas de otro: al no ser yo la protagonista, me aburro y paso. Realmente lo intento con las personas que mas quiero, y a veces lo consigo y me siento sumamente feliz, pero con la mayoría de personas no puedo.

Sé que en unos minutos me voy a arrepentir de la mitad de cosas que he escrito, y descubriré que muchísimas de ellas son falsas, y reiré leyendo lo que la Eli anterior creía o pensaba. Esto no es mas que el calentón de una madrugada de domingo frustrada por el aburrimiento de llegar a casa pronto y la necesidad de sacar tema de conversación en el msn.

Y mira que podría hablar de cosas, y me pongo a reflexionar sobre mi. Vaya...

4 comentarios:

  1. Una pena que jodas todo el texto diciendo que puedes arrepentirte y que muchas cosas sean falsas (que seguro que no lo son, pero te hará sentir mejor pensar que no eres así cuando lo reelas y reflexiones)

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  2. Si es que estaba flipando con la abrumadora autocrítica que sospecho fuese real (si no para qué ponerla)

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  3. La autocrítica siempre es sana. El límite está en no caer en la autodestrucción. Y quizás, en mostrar a quién pudiera leerlo, aspectos personales que pudiesen ser muy íntimos, formar parte de la esfera más personal que todos tenemos y, en definitiva, hacernos más vulnerables a burlas o críticas ajenas.

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=)